Memoria activa
10/08/2020Acabamos de cerrar un mes y un año más de lucha, de voz, de vida.
En honor a Sara Ines Betervide, de quien aprendimos de feminismo, racismo, violencia y sobre todo de tolerancia para construir entre mujeres.
Celebramos una vida construida entre la utopía de ser y la realidad de no ser, una vida en búsqueda de espacios, una vida en búsqueda de respeto como personas como ciudadanas con derechos.
El calendario nos marca 28 años de trabajo en red, la historia nos recuerda que hace más de 50 años otras y otros iniciaron el camino de lucha contra el racismo sin dar un paso atrás junto a muchísimas compañeras en diferentes momentos y siempre con la misma convicción.
A 28 años de la fundación de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, es momento de reflexión, de construcción política en dialogo, de recordar a nuestras ancestras, a las antecesoras, las que pusieron cuerpo, alma y pensamiento para que todas las que hoy aun respiramos en este plano podamos tener voz y disfrutar de los derechos por los que ellas pelearon desde diversas tribunas y lugares. Con sabiduría armaron estrategias, accionaron y fueron avanzando en la búsqueda de ejercicio y disfrute de nuestros derechos como mujeres afrodescendientes
La libertad de todas nosotras la forjaron otras y otros afrodescendientes, no debemos nada a nadie sino a nuestras fuerzas ancestrales para sobrevivir, nuestra energía para resistir y nuestra inteligencia para construir.
Han pasado más de cinco siglos del comienzo de la trata y tráfico de personas más grande de la historia y 168 años desde la abolición de la esclavitud en el Uruguay. La memoria y la historia uruguaya esconden la violencia histórica en el cuerpo de las mujeres afrodescendientes.
¿Qué lugar tiene la memoria afrodescendiente en la historia nacional? ¿Quién tiene presente que la Libertad de Vientre fue aprobada el 25 de agosto de 1825? ¿Qué está nombrando esta ausencia? ¿Por qué ha quedado absolutamente a la sombra de la Declaratoria de la Independencia? Cómo ha impactado en la construcción identitaria como nación que un acontecimiento de esa envergadura pase sin ninguna reflexión sobre sus efectos en la vida de las mujeres, de sus hijos e hijas, el impacto en las familias desde aquella fecha y hasta el presente.
El Uruguay del siglo XXI mantiene deudas pendientes con toda la población afrodescendientes y muy especialmente con las mujeres afrodescendientes. No es tiempo para hablar de estadísticas, es tiempo para hacer saber a todas y todos los ciudadanos uruguayos que aún en el país hay deudas de desigualdad, hay deudas de pertenencia social, hay deudas de reconocimiento.
Deudas que cada día se encarnan en la violencia institucional, en la violencia racial, en la exclusión educativa, en la exclusión labora; en la negación de nuestras capacidades, en la negación de que persisten los espacios que continúan aplicando y replicando un modelo esclavizante y europeizante, segregacionista y castigador de la sabiduría y aportes de todas nosotras.
En la actual coyuntura de crisis global y nacional no hay más lugar para la espera. La sociedad toda debe reconocer nuestra existencia, reconocer nuestros aportes, nuestras capacidades y competencias para vivir sin tutelas, sin violencia racial, sin violencia de género, sin violencia económica, sin acoso laboral, sin violencia institucional.
La búsqueda de bienestar, de bienvivir para todas las personas independiente de su origen y condición ha sido y seguirá siendo un compromiso de vida, las niñas, las jóvenes, las mujeres de hoy tenemos que vivir hoy con todos los derechos, con todas las oportunidades. El futuro es hoy, el presente es ahora.
El desafío es colectivo para sumar trayectorias, sabiduría y la experiencia cada una desde nuestros lugares, nuestras creencias y nuestras historias. Urge avanzar en la lucha contra el racismo y construir nuevos presentes posibles en igualdad de derechos y oportunidades.
ColectivaMujeres